jueves, marzo 02, 2006

 

De Charcas y Bicis





Hoy marché ladera abajo, armado con mi cámara digital, dispuesto a inmortalizar la charca.
-No puede ser que nadie la haya visto tan llena, que la admiren cada día y sean incapaces de sacarles una triste foto!- Fue mi comentario desde la puerta, a una atónita Adelaida, parapetada tras la manta del CD Tenerife que ronda el sofá del salón.
La verdad es que no cabe ni una sola gota más de agua.
Los vecinos se han puesto de acuerdo, y corean al unísono:
-¡Esta charca se nos revienta!
Aunque, después, en la intimidad, se hinchan de orgullo y se golpean varias veces en el pecho, mientras fanfarronean y cuentan historias prohibidas sobre la charca.
-A mi me relaja mirarla, cuando encuentro un huequito para salir a fumarme un cigarro!- Dice Elena, la peluquera.
Sin embargo, no le gusta que yo pase con la bici, mientras se fuma el cigarrito.
Le da sentimiento de culpa, dice.
Yo todo deportista y ella de chimenea en la puerta de la pelu.
Por eso yo me hago el loco cuando paso.
Por eso, y porque me da una vergüenza terrible que me vean con ese casco de los bicivoladores y las gafas de sol modernas que llevo.
Aunque también peco de vanidad al preguntarme de dónde vengo.
Hincho el pecho, como mis vecinos, y les susurro con falsa modestia:
-Arona casco, compañero...
Entonces enarcan las cejas y ponen la boca como si fueran a silbar, para mostrar su asombro, mientras piensan:
-¡Este tipo esta colgado!
E incluso:
-¡Qué necesidad!
Lo único que me falta es un buen Giga de música que me alegre la ascensión.
Que no me atrevo a comprar, porque me niego a que algún sureño tuneado me lleve por delante mientras tarareo unos de mis variados.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?