miércoles, agosto 16, 2006

 

Relato

Bajo a la calle,y mi mente vaga, dejando que mi subconsciente se encargue de repetir todos los gestos mecánicos a los que estoy acostumbrado.
Camino rumbo al coche haciendo una lista mental de lo necesario para la acampada.
Estamos tan mal acostumbrado a que Nandi traiga todo lo necesario, que cuando no viene parece que no hemos hecho acampada en la vida.
El mando a distancia revive al coche, e interrumpo mi viaje mental para cagarme en los muertos del que, meses atrás, hizo un graffitti con su llave más puntiaguda sobre mi puerta.
Alguien tiene que pillar a éste in fraganti, alguien que vaya al gimnasio y tenga muy mala leche.....incluso podrían ser varios culturistas o cultivadores de algún arte marcial que justo ése día tuvieran sesión con sus catanas.

Mientras genero en mi mente una escena llena de realismo en el que el capullo arañacoches es despedazado por forzudos karatekas, al puro estilo kill bill arranco el coche y me presiono con la mano bajo el pecho izquierdo, porque probablemente un gas perdido me está proporcionando un agudo e intenso dolor en esa zona.
Conduzco escuchando la radio y fantaseando con ataques al corazón, embolias y trombos que me vienen a la cabeza siempre que uno de esos gases me quita unos segundos el aliento.
Aparco en doble fila dejando sin posibilidad de salida a un astra gris metalizado y un ford fiesta rojo.
Cartera en mano espero mientras que en el interior del cajero, una señora saca todo lo que tiene en el bolso en busca de su tarjeta de débito.
La lentitud de mi predecesora devuelve a mi mente la lista de tareas preacampada. Las prisas y alguna pequeña gota de sudor afloran por primera vez en mi cabeza.
Todavía tengo que ir al super, hacer la maleta, buscar las palas..........y además tengo que recoger a tres de mis acompañantes que lo más seguro estén viendo bricomanía en la tele, sin tener la mochila hecha, y sin haber comprado todo lo que necesitan.
Llegaremos a la playa otra vez de noche.........y esta tía del cajero que no se espabila....
La señora parece no entender muy bien el mecanismo del cajero, y éste escupe concianzudamente su tarjeta una y otra vez, al cabo de unos minutos de infructuosa y aleatoria manipulación.
Junto al cajero hay un pequeño bar de pueblo desde cuyo interior, un grupo de hombres de mediana edad, barba de tres días y mirada vidriosa, se esfuerzan en mantenerse en el mundo real, emitiendo comentarios pastosos y sin sentido a los que esperan su turno en el cajero.
La señora de dentro parece haber dado con la combinación necesaria de teclas para sacar los euros que le hacen falta que retira y cuenta varias veces con desconfianza antes de aventurarse en la odisea de meter el dinero en su cartera y recomponer su destripado bolso antes de salir.
Murmullos de inquietud revolotean detrás de mi. Seis personas se han ido acumulando poco a poco en espera de la señora, a la que se le han caído unas veite monedas que ahora tapizan el suelo del cajero.
Los hombres del bar se han levantado en vista del inusitado tráfico, y se calzan el cinturón mientras ensayan torpes piropos a una rubía que ocupa la posición número cinco de la cola.
La señora torpe me toca siempre justo cuando voy a entrar yo......es una ley de Murphy.
Lo tengo comprobado.
Y cuando le cedes el puesto, más tarda en salir.
Parece que por fín termina. Creo que ya sé dónde están las palas de playa....y la pelota.....en lo alto del armario...
La señora sale y yo le dejo pasar estirando un brazo para que no se cierre la puerta del todo.
Hay resoplidos de satisfacción entre mis antedecesores.
Uno de los hombres del bar, con camiseta de propaganda, sale y habla con la señora. La proximidad presupone confianza entre ellos.
A mi me da el tiempo justo para cerrar la puerta del cajero, que queda al instante cubierta de sangre oscura y brillante.
La camisa de propaganda se mancha rapidamente con los borbotes del agujero que el acero hindió en el pecho de la señora, justo bajo el pecho izquierdo, donde se acumulan los gases perdidos.

Comments:
Realismo y fluidez. Me ha gustado. Sigue en la senda del saltamonetes escritor.
 
Como diría Il Mijol, relato a lo hijoputa barbudo.
 
miuauuuuuuuuu!!!!
 
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